jueves, 15 de diciembre de 2011

Urrutia, Manzano y Chenel

Hola a tod@s!!
Este es un extracto del prólogo que mi buen amigo y pedazo de artista Jaime Urrutia ha escrito para Antoñete La Tauromaquia de La Movida. A disfrutarlo!!

"...Formamos Gabinete Caligari en 1981, la casualidad quiso que el mismo año que Antoñete reaparece en Madrid apoyado por la empresa Chopera después de recobrar ilusiones en Venezuela. Tras unos inicios en que nos inspiramos descaradamente en grupos coetáneos ingleses, el largo parón de trece meses que supone el servicio militar obligatorio nos hace reflexionar y ver las cosas de otra forma: somos de donde somos (madrileños los tres) y qué mejor inspiración que nuestra propia vida y la cultura que hemos absorbido desde pequeños para reflejarlo en nuestras canciones. Trasmito mi afición taurina a mis dos camaradas de Gabinete que empiezan a acompañarme a Las Ventas. Antoñete vuelve cumbre de clasicismo y valor en cada una de sus actuaciones y su magisterio explota definitivamente la tarde del 7 de Junio de 1.985 con un toro de Garzón de nombre “Cantinero” ante nuestros ojos incrédulos. Nos quedamos prendados de él, de su torería, de su empaque, maestría, casticismo, señorío, romanticismo, chulería, elegancia, sabiduría…tantos términos y conceptos encerrados en esa forma de citar al toro dándole la distancia larga pero justa, adelantando la pierna contraria al son de su embestida para vaciarla, de seguido, completamente por detrás: ni más ni menos que la emoción del toreo en estado puro, lo que hacía muchos años no se veía en el ruedo de Las Ventas.

Fue, sin dudar, el reactivo que hizo que antiguos y desengañados aficionados volvieran a los tendidos, de la misma forma que chavales de mi edad acudieran a ellos por primera vez. La prensa taurina y la intelectualidad de la Movida acogieron con curiosidad y simpatía el suceso de que gente joven y “moderna” se interesara, de repente, por los toros. Nosotros, ya junto a otros amigos de nuestro entorno de la noche, rockeros, pintores y buscavidas diversos, disfrutábamos al máximo de cada día de corrida y hacíamos un rito del hecho de ir a ver torear a Chenel: había que ir temprano a la calle de la Victoria a conseguir entradas al veinte por ciento y, normalmente, de Sol, ante la repentina gran demanda y lo escaso de nuestro peculio; la indumentaria solía ser a base de gorra de chulapo, pantalón ajustado y botines de punta junto a un buen puro en la comisura de los labios; era normal invitar a alguna chica de buen ver que seguramente habíamos conocido en el Rock-Ola y que lucía mucho en el tendido pero que no dejaba de dar la tabarra toda la tarde con comentarios y preguntas tontas; el carajillo previo y la cervecita de después en los, por desgracia, desaparecidos kioscos de la explanada de entrada a la plaza; para, tras la corrida, irse a tapear y de celebración hasta bien entrada la madrugada. Fue en aquellos días felices de primavera en Madrid que conocí a Javier Manzano, autor de este libro que ahora tienes en tus manos y que al igual que nosotros cayó rendido por la magia de la tauromaquia de Antoñete, que en las siguientes páginas analiza detalladamente desde su gran conocimiento y admiración por él.

Aquellas corridas de Antonio Chenel en el Madrid de los primeros ochenta de la Movida (recuerdo otras tardes junto a Manolo Vázquez, Curro Romero o Rafael de Paula), creo que han supuesto para la historia del toreo una revolución tan grande como debieron ser las apariciones de Joselito, Belmonte y Manolete . Los cuatro mil abonados de Las Ventas se convirtieron súbitamente en dieciocho mil, yo entre ellos, hasta el día de hoy. Nosotros titulamos nuestro primer LP “Que Dios reparta suerte” e incluimos en él una canción, “Sangre española”, escrita junto con mi hermano Alberto Urrutia, que es un sincero homenaje de admiración a Juan Belmonte, “El Pasmo de Triana”. Al comentarse en los ambientes musicales que habíamos inventado el “rock-torero” yo sonreía para mis adentros con satisfacción y orgullo. Me encantaba la etiqueta. Sin duda, Antoñete tuvo mucha culpa de ello...".

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